La Ouija es una especie de juego de mesa que invariablemente ha estado ligado a distintas historias de miedo. Es uno de los pocos instrumentos de esparcimiento que no conoce el idioma ni las fronteras, puesto que en casi todos los rincones del mundo hay al menos un mito corto de terror que está relacionado íntimamente con ella.
En fechas recientes, en Internet se pudieron leer crónicas terroríficas acerca de “Charlie, Charlie”, un juego en el que supuestamente alguien del más allá responde preguntas de manera abreviada, es decir, usando un “Sí” para las afirmaciones y un “No” en caso de una negación.
Retomando el caso de la Ouija vale la pena mencionar que no se necesita la típica tabla con el alfabeto grabado, sino que basta con una hoja de papel en el que se escriban las letras en mayúscula y se coloque “Si” y “No” a los costados.
A mí nunca me dio confianza este juego. A pesar de ello un día que estaba en casa de mi amigo Adán, su hermano mayor quien estaba acompañado de otros camaradas nos digo:
– Vengan al desván con nosotros. Jugaremos a la Ouija.
Adán estaba muy emocionado e inmediatamente aceptó la invitación. Sin embargo, yo me quedé meditando unos pocos minutos hasta que les dije:
– Mis papás no me dejan jugar a eso. Dicen que son cosas del demonio.
– Tus padres no se van a enterar. Mi hermano no es chismoso. Ven, vamos, estoy seguro de que nos la vamos a pasar muy bien. Me dijo Adán.
Esa noche hacía mucho frío y la lluvia pegaba en los cristales de la casa, lo que provocaba que yo sintiera aún más miedo, viéndome envuelto en esa atmósfera aterradora.
Ya todos acomodados en un círculo alrededor de la Ouija, el hermano de Adán me volteo a ver y me dijo:
– ¿Por qué no empiezas tú con la sesión? Seguramente quieres hacerle una pregunta a alguien del más allá.
– No, no quiero nada. Prefiero que otro comience. Respondí.
Adán tomó la palabra y expuso que quería hablar con su tía Mercedes quien llevaba muerta más de 3 años.
De pronto la flecha de la tabla comenzó a formar una palabra. Nos quedamos de piedra en el momento en el que entendimos que había dicho HOLA.
Luego el espíritu preguntó que quienes éramos los intrusos que estábamos ahí en casa de su hermana Concha.
Adán respondió que sólo se trataba de varios amigos. Una vez más la flecha se movió “QUIERO QUE SE VAYAN TODOS AHORA MISMO”.
No sé explicar qué fue lo que pasó, pero instantes después de que la frase se formó, comenzamos a escuchar golpes en la puerta del desván.
El hermano de mi amigo se levantó y abrió la puerta pensando que era alguno de sus padres. No obstante, en ese momento entró una ráfaga de viento helada, la cual hizo que el corazón de todos los estaban frente al portón se congelara de pavor.
Afortunadamente yo logré escabullirme por debajo de la mesa hasta la salida y en la vida regresé allí.
El lunes siguiente vía Adán en la escuela, pero algo había cambiado tanto en él como en su hermano, hablaban y caminaban pero como si hubieran sido hechizados por una entidad demoniaca.
En fechas recientes, en Internet se pudieron leer crónicas terroríficas acerca de “Charlie, Charlie”, un juego en el que supuestamente alguien del más allá responde preguntas de manera abreviada, es decir, usando un “Sí” para las afirmaciones y un “No” en caso de una negación.
Retomando el caso de la Ouija vale la pena mencionar que no se necesita la típica tabla con el alfabeto grabado, sino que basta con una hoja de papel en el que se escriban las letras en mayúscula y se coloque “Si” y “No” a los costados.
A mí nunca me dio confianza este juego. A pesar de ello un día que estaba en casa de mi amigo Adán, su hermano mayor quien estaba acompañado de otros camaradas nos digo:
– Vengan al desván con nosotros. Jugaremos a la Ouija.
Adán estaba muy emocionado e inmediatamente aceptó la invitación. Sin embargo, yo me quedé meditando unos pocos minutos hasta que les dije:
– Mis papás no me dejan jugar a eso. Dicen que son cosas del demonio.
– Tus padres no se van a enterar. Mi hermano no es chismoso. Ven, vamos, estoy seguro de que nos la vamos a pasar muy bien. Me dijo Adán.
Esa noche hacía mucho frío y la lluvia pegaba en los cristales de la casa, lo que provocaba que yo sintiera aún más miedo, viéndome envuelto en esa atmósfera aterradora.
Ya todos acomodados en un círculo alrededor de la Ouija, el hermano de Adán me volteo a ver y me dijo:
– ¿Por qué no empiezas tú con la sesión? Seguramente quieres hacerle una pregunta a alguien del más allá.
– No, no quiero nada. Prefiero que otro comience. Respondí.
Adán tomó la palabra y expuso que quería hablar con su tía Mercedes quien llevaba muerta más de 3 años.
De pronto la flecha de la tabla comenzó a formar una palabra. Nos quedamos de piedra en el momento en el que entendimos que había dicho HOLA.
Luego el espíritu preguntó que quienes éramos los intrusos que estábamos ahí en casa de su hermana Concha.
Adán respondió que sólo se trataba de varios amigos. Una vez más la flecha se movió “QUIERO QUE SE VAYAN TODOS AHORA MISMO”.
No sé explicar qué fue lo que pasó, pero instantes después de que la frase se formó, comenzamos a escuchar golpes en la puerta del desván.
El hermano de mi amigo se levantó y abrió la puerta pensando que era alguno de sus padres. No obstante, en ese momento entró una ráfaga de viento helada, la cual hizo que el corazón de todos los estaban frente al portón se congelara de pavor.
Afortunadamente yo logré escabullirme por debajo de la mesa hasta la salida y en la vida regresé allí.
El lunes siguiente vía Adán en la escuela, pero algo había cambiado tanto en él como en su hermano, hablaban y caminaban pero como si hubieran sido hechizados por una entidad demoniaca.
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